Inocencia.
Tengo
unos ojos que insinúan curiosidad, tan brillantes como nimios. Son
impertinentes e indiscretos, pero no cuestionan; simplemente dan por divinas sus
conquistas.
Admiten
la magia, lo absurdo, y es fácil traicionarlos con juegos malabares; pero no
importa, pues no es más necio el burlado que el embustero.
¡Ay,
estos ojos! Muestran belleza donde en otros solo hay quejas. Diminutos
cristales que no desean nublarse.
¡Ay,
no me dejes ciego! No pierdas mi inocencia.
Tengo
unos ojos, pequeños; son mi tesoro. Y conmigo no se cierran.
© PABLO GRANDES DEL RÍO
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