Leer Relato:
Yo balbuceo.
No balbucen los parcos de pensamientos; esos,
siempre se expresan con claridad. Balbuce quien posee un discurso, tan rebelde,
que se enmaraña entre dos mundos. El interior y el de los demás.
Es tan terco Balbucir, que no me deja
pronunciar; necesito emigrar a Balbucear; y ahí, yo balbuceo, la idea más abstracta del interior profundo. Algunos,
los más necios, no me entienden...
¡Ay, Balbucear! ¡Mi Balbucear querido!; libre
soñador dormido, y sin embargo, tan correcto cuando despierto... pues no
existen verbos que se conjuguen libres. No; estos siempre han de ser correctos;
y Balbucear no es excepción. Por eso se atraganta, y que me entienda quien
pueda.
Yo, como Balbucear, discurro cómodo en
sueños; hasta que llega el día; entonces balbuceo.
Como un niño.
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