Leer Relato:
No bajen el telón.
La
doctora habla sin apartar la vista de la radiografía, iluminada con una fuerte luz
LED que muestra las entrañas del paciente inequívocamente.
—
Está muerto —dice como quien reparte barras de pan cada día en una panadería.
—
¿Cómo dice doctora?
—
Se acabó, no cabe duda —sentencia—; no contemplo otro diagnóstico.
—
Pero aún no soy muy mayor… —la doctora cuestiona la afirmación con los ojos por
encima de las gafas.
—
Lo envolveremos para que se lo lleve a casa; hágase un bonito funeral… —comenta
sin dar importancia al asunto mientras rellena el historial.
—
¿Me puede dejar a solas con el… difunto? Mi última despedida…
—
No se haga más daño, por Dios —y al ver la mirada lastimera del paciente sale
de la consulta con un resoplo.
«Duermes
tan plácidamente… parece que en cualquier momento te vas a levantar; con todo
el vigor de nuestra nostálgica juventud… qué grandes noches me has dado… y
despertares triunfales…». Y como un pajarillo acurrucado que abre los ojos con
el amanecer, la sangre del paciente vuelve a bombear al difunto con el recuerdo de bellos amores, amantes fogosas, tiernas
caricias así como violentas sacudidas, hasta que el pajarillo y el paciente alcanzan a mirarse.
—
¡No bajen el telón…, la obra no se acaba! —exclama con una sonrisa picarona.
© Pablo Grandes del Río.
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