Este ensayo no pretende resolver las discusiones sobra
nuestra música contemporánea, sino más bien reflexionar sobre qué ha pasado con
la Experiencia Estética[1] en
nuestro tiempo en relación a nuestra música como Arte. Sin menospreciar el
valor de la música “urbana”, me centro en la música clásica del presente como
heredera y continuadora de la forma de hacer el Arte del pasado. Saber cómo
funciona la Experiencia Estética y cómo transmitirla puede facilitar la
comunicación de la obra de arte con el público. Beethoven y Stravinsky.
[1]Experiencia Estética como las emociones que
percibe un sujeto ante la obra de arte. A parte, contemplo otra definición: Conocimiento
necesario para entender el proceso de construcción que así mismo producirá
placer. Estas formas de ver Experiencia Estética son fruto de la lectura de Historia de seis ideas (Tartakiewicz,
1997).
La música no sería lo que es hoy si no fuera por el esfuerzo que muchos
músicos realizaron en el pasado. Pero, ¿qué es realmente “esfuerzo” para un
músico? Voy a intentar llegar a la enjundia del sentido de dicho vocablo. Al
fin y al cabo, el esfuerzo es uno de los valores que se intentan inculcar en
nuestros conservatorios. Aspiración que suele tener paupérrimos resultados. Hay
Centros donde sólo el 12% de los estudiantes de piano que empiezan a estudiar en
el primer curso de las Enseñanzas Profesionales de Música llegan al último
curso[1]. Habrá que analizar
entonces si se está pidiendo a los estudiantes de música un esfuerzo que supera
ciertos límites, y más que esfuerzo pasa a ser sacrificio. Sacrificio que hoy
en día ya no compensa para seguir estudiando.
[1]Dato obtenido del Conservatorio
Profesional de Música Muñoz Molleda de la Línea de la Concepción, Cádiz. Consultado
el curso 2014-2015.